Tumbados a la vera de la autopista
cubiertos de trigo y demás cereales patrios
el ruido de los coches arrullaba
mientras tocaba tus pechos duros y fríos,
los pezones pendones al viento
áspero.
Mientras tocaba, Laura,
tu sexo reseco e inerte;
mientras recorría tus muslos petrificados
las uñas de tus pies y manos
crecían sin parar.
El pelo sí te vibraba
y los ojos parecían tan llenos de placer
por lo pálidos y fijos que se me mostraban.
Y es que, Laura, estabas muerta
y las uñas te veía estirar
mientras tocaba tu sexo
en una carretera perdida
cubierta de viento.
Muerta y bella cubierta de centeno.
1 comentario:
aplausos!!
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