sábado, 25 de agosto de 2007

Autopista


Tumbados a la vera de la autopista

cubiertos de trigo y demás cereales patrios

el ruido de los coches arrullaba

mientras tocaba tus pechos duros y fríos,

los pezones pendones al viento

áspero.


Mientras tocaba, Laura,

tu sexo reseco e inerte;

mientras recorría tus muslos petrificados

las uñas de tus pies y manos

crecían sin parar.


El pelo sí te vibraba

y los ojos parecían tan llenos de placer

por lo pálidos y fijos que se me mostraban.


Y es que, Laura, estabas muerta

y las uñas te veía estirar

mientras tocaba tu sexo

en una carretera perdida

cubierta de viento.

Muerta y bella cubierta de centeno.