Hubo un tiempo en el que en cada extremo se hallaban los cuatro tezcatlipocas. Poco más podían tener los hombres que algo en cada extremo, cada uno en una dirección cardinal. Uno para el norte, el sur, el este y el oeste. Uno de cada especie igual que en el arca de Noe.
Al este se encontraba Xipe-Totec el tezcatlipoca rojo, también conocido como el dios desollado, que era patrón del prepucio, dios masculino por excelencia y el prevaleciente en los cambios estacionales y en todo lo mutable. Cuando los humanos, tímidamente, sacrificaban un hombre en su nombre a este lo desollaban y la piel le era cosida a un sacerdote encima de su propia cuerpo. Allí quedaba prendida durante un mes, cuarteándose el cuero, apestando con cada paso y apretando tanto el cuerpo del sacerdote que llegaba a sufrir dolores tremendos por portar la carga de este dios que, como todo lo que ocurre en la vida, no representaba ni lo bueno ni lo malo.
En el sur se podía encontrar a Huitzilopochtli, el representante del color azul, el dios de la guerra y del sol, protector de los Mexicas y destructor de todo lo demás, el del cuerpo pintado y las armas bien prendidas, animador de batallas y de sacrificios sin fin que agarrotaban la mirada de todos los enemigos que osaban enfrentarse a sus hijos. Cuenta la posible realidad arqueológica que pudo ser obra, en concepto, de un sacerdote emborrachado de grandeza que profetizó al pueblo errante su resurrección cinco días tras su muerte y que una vez acontecida aquel pueblo elegido le llevó – en forma de cadáver - a ver mundo como representación divina en una urna por el desierto ¿A qué nos sonará eso? hasta que fue convertido en divinidad principal el mismísimo polvo pestilente que degradaron sus huesos.
Quetzalcoatl, la serpiente emplumada, fue el creador de los humanos y morador blanco del oeste, el de las barbas y la destrucción. Otro elemento dual. Creo a la humanidad robando los huesos de los hombres que habían habitado en los antiguos mundos destruidos con su colaboración. Hubo nueve infiernos y el nos recogió del último, espero que culpable, para regarnos con su sangre y hacernos vivir de nuevo. Dios de la era del jaguar, Nahuiehocatl, se fugó de nuestro lado tras ser engañado por el último de sus hermanos. Con él, según las leyendas, se llevó la idea de la paz y la armonía, de la no necesidad de matar. La paz se rindió y nos dejó con el corazón ensangrentado en la mano, todavía bombeando.
El último tezcatlipoca, cuyo nombre es simplemente Tezcatlipoca, conocido también como el negro o el señor del norte. El que no es tangible. El que humea y brilla a la vez. El espejo humeante de nuestros cielos que nos da la brea y el fuego, que mata y construye y sigue adelante cada una de sus adivinaciones. El señor de la noche eterna y elemento tan dual como el propio ser humano es el creador del orden y mantenedor de la sangre que fluye pues sólo a través de la sangre se puede mantener el orden. Los ciclos de cincuenta y dos años, los de venus y los dioses decorados de carmines de todos los tonos resuenan en la caverna en un eco del polvo y la savia que se quedara clavada en el camino formando los grumos que nadie más volverá a visitar.
Al final de todo lo que nadie puede olvidar; una última dirección, hacia dentro y en caída, el monstruo de la tierra – Tlatecuhtli – que abrasará y ahogará nuestras pobres ilusiones en una caída sin fin. El vórtice del que nadie saldrá.
Y después estáis todos vosotros con vuestras armas y los lazos y, por supuesto, con el mismo agujero justo debajo de las piernas. No lo queréis reconocer, igual ahora que antes, con las direcciones clavándose en nosotros y los tezcatlipoca sobre la tierra en forma de Harriers y Tomahawks en vuelo de libélula. Harto de vuestros Levi's y de los Diesel darme, simplemente, un peinado menos, un bono de cinco años menos de vida para que pueda encender mi corazón extraído del pecho y encender un nuevo fuego que ilumine todos los fuegos del planeta...que haga crecer las bombillas y las estaciones radio-eléctricas a la altura de los mecheros en la noche de camas humedecidas y deshechas. Darme un arma que me valga para algo y que no se apague cuando tengas miedo, el arma definitiva, iros de aquí y tendré la fuerza necesaria. Hoy voy a atar los años y celebraré el rito del fuego nuevo para que nos demos cuenta de que nada cambia tanto y de que tras la barra hay un par de tipos con cuchillos de piedra que están locos por clavar, rasgar y tragar.
3 comentarios:
xk has dejado la ubuntu por la mandriva y xk eso t ha dejado sin pc?
anyway mñn rol o no?
un abrazote
Mandriva mató a Windows Xp pero este con él se llevó la tabla de particiones al completo por alguna santa razón del fucking Mandriva. Suse no pudo ni con la media...fue imposible añadirle los repositorios como dios manda (y eso que quedaba la mar de mono, me dio un poco de pena). Ubuntu ha vuelto...está más feo pero ahora me funciona beryl y he aprendido a usar evolution. La instalación me quedó más limpia...lo hice con repos casi oficiales (medibuntu) y el único problema es que totem se ha quedao medio tonto...eso sí ahora mi escritorio da vueltas con el rabo (vamos que parece el enterprise)
Si es que el mundo es falocéntrico, el prepucio está sobrevalorado, jejjeee.
saludos
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