martes, 29 de mayo de 2007

Trompi

Day after day,

Our love turns gray,

Like the skin on a dying man.

And night after night,

We pretend it's all right,

But I have grown older,

And you have grown colder,

And nothing is very much fun, anymore.

And I can feel,

One of all my turns coming on.

I feel,

Cold as a razor blade,

Tight as a tourniquet,

Dry as a funeral drum.

(Pink Floyd)


Y definitivamente sentirse, más allá del espacio y del tiempo, dos. Eso, eternamente; eternamente soluble y divisible. Vacuo en las intoxicaciones. Eso es lo peor de esta vida para mí. Despertar sin previo aviso de un sueño de gasa con una estrella de sangre en el mentón, quizás con una quemadura lacerada en la pierna, con un morado en el ojo. Las caras de la gente te miran desde una realidad que no entiendes ya que resulta demasiado lejana, no se acopla con tus sudores alcohólicos o tus delirios de niño pequeño. Si no dijese que lo hago a propósito sería estúpido así que debe ser el propósito de alguien que llevo dentro y que no entiendo. Una entidad asesina y agresiva que me mira con los ojos ásperos, la boca torcida; no sé como tendrá el alma. Luego uno se recupera y lleva un estigma clavado en algún punto del cuerpo, intento acercarme a ti, que tienes los hombros grandes de hombre y un precioso pelo rizado con la mirada algo extrañada, pero ya es demasiado tarde porque la marca se te ha quedado demasiado grabada. Tú te vas a una tumbona y yo me quedo con la tirita colgando de cualquier hilo de piel. Tampoco es tan grave...tan grave...tan grave...sólo el mentón, el ojo o la pierna. Una vez fue todo el puño y puede que algún día sea algo más peligroso, como una hoja de afeitar ¿Qué buscará eso que llevo dentro? ¿Qué futuro tiene para mí? Pero en definitiva me quedo con tus bellos hombros de hombre o de nadadora, con tu pelo rizado bañando una tumbona entre dos arboles retorcidos bajo un magnífico cielo gris y la sangre dejando de manar, resecando el mentón y el emplaste....hasta la próxima vez que note, frío como el acero, prieto como un torniquete, seco como un tambor funerario el giro que me devuelva al suelo y después del suelo...vuestras caras con forma de búho, el miedo reflejado como en un espejo refractario directamente enfocado a un gran sol, mayor que el nuestro, infinitamente más grande. El pavor causado por un hombre y su suelo.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Nuestros intestinos y vísceras nos hablan, y casi nunca les hacemos caso

Beatrix Kidoo dijo...

Oye, quizá tu otro yo sólo quiere uir de tú yo primero. Deberías empezar por cambiarle a él. El segundo sólo sigue órdenes.

PD: si pudiera darte un bocado de mi felicidad te alimentaría por mucho tiempo!

BESOSALADOS